Para
empezar, me gustaría compartir la primera impresión que tuve en clase,
cuando Asun, nuestra profesora de Intervención Socioeducativa con Jóvenes, nos
dijo que íbamos a repartir el módulo en horas teóricas y en horas “prácticas” de
aprendizaje-servicio en diferentes asociaciones o entidades, para que el
contenido del módulo no se haga tan pesado y al mismo tiempo podamos
vivir una nueva experiencia, ayudando a las personas que más lo
necesitan.
Sinceramente,
lo consideré un verdadero reto para todos, pero sobre todo a nivel personal, ya
que mis horas de aprendizaje-servicio estaban destinadas a dar clases de
alfabetización y lecto-escritura a personas adultas en la fundación “Altius
Mano Amiga”.
El
primer día llegamos con la incertidumbre de no saber qué nivel tendrían las
alumnas, por eso preparamos unas fotocopias básicas con las letras del abecedario
con mayúsculas y minúsculas para repasarlas oralmente y luego escribirlas. Cuando
llegó la hora, mi compañera y yo nos presentamos al grupo, eran tres mujeres que
tenían entre 35-50 años, el nivel era variado, ya que con las más jóvenes teníamos
que empezar de cero y con la más mayor podíamos avanzar con dictados y
ejercicios de nivel más elevado. Personalmente, no me imaginaba que me fuera a resultar
tan extraño y casi frustrante tener que enseñar las letras del abecedario a
personas adultas que miserablemente por circunstancias de la vida no han podido
tener la oportunidad de aprender cosas tan básicas como son leer y escribir. La
primera clase de aprendizaje-servicio me llevó horas de reflexión y meditación en
casa, me costaba creerlo pero cada vez tenía más ganas de poder seguirles
enseñando.
Las
siguientes clases fueron a mejor, aunque me di cuenta de que eran personas que tenían
la autoestima muy baja, necesitaban nuestro apoyo y confianza para convencerles
de que con el tiempo sí que podían llegar a escribir y leer.
Actualmente,
con dos de las chicas ya hemos pasado a la ortografía, como con las reglas de
acentuación para que puedan escribir una carta sin faltas ortográficas. Estoy
orgullosa de nuestro trabajo ya que las alumnas han podido mejorar y aprender
muchas cosas, en muy poco tiempo.
Esta
experiencia me ha hecho ver cosas que desconocía, reflexionar sobre problemas
que anteriormente ignoraba y ante todo madurar y crecer como persona, hecho que
beneficiará posteriormente mi actitud como futura animadora.
Por
último, pero no menos importante, creo que nunca se deberían de dejar de hacer
este tipo de actividades, al igual que nunca nos deberíamos olvidar de que
tanta gente nos necesita.
Felices
fiestas.
¡Gracias Ester por compartir tu experiencia! También yo estoy aprendiendo mucho de ello. Me doy cuenta de que el ApS es un buen camino para una educación empática. ¡Feliz Año!
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